21.9.06

ALGATOCÍN, PUEBLO DE LA SERRANÍA DE RONDA.




Algatocín está situado en el Genal Medio a 724m de altitud sobre el nivel del mar. Tiene una extensión de 20 km2 y una población de 1.011 habitantes, los cuales se reparten entre el casco urbano y la de pedanía de Salitre.










Se sabe poco de sus origenes, pero si si tiene conocimiento de que estuvo ocupado por los romanos, ya que existen restos hallados en el Cerro gordo, cercano al pueblo. Una leyenda apunta que el nombre de Algatocín proviene de la princesa Algatoisa,hija de Abomelio, el cual fue el segundo rey moro de Ronda.

El acceso a Algatocín se efectúa por la carretera comarcal C-341 que une Ronda y Algeciras siendo la distancia hasta Ronda de 30 km. De Algatocín parte una carretera local que comunica el pueblo con los vecinos Jubrique y Genalguacíl.

A 1 km y ½ del cruce de Benalauría(pueblo vecino) la carretera es casi llana y de ella se aparta a la derecha una pista de tierra que asciende en pronunciada pendiene, es el viejo camino de Gibraltar, llamado El Carril. Subiendo este carril, en una zona llana sobre Algatocín, hay una hermosa fuente de antigüeda desconocida, llamada de San Isidro.

Las vistas sobre el valle son impresionantes, a nuestros pies se ve Algatocín, al otro lado del Genal, se ven los Reales de Sierra Bermeja, sobre los pueblos de Jubrique y Genalguacil, y los picos gemelos de Crestellina, y en días claros el Estrecho y África. y por la parte de atrás se divisa el Fraile ( piedra con gran parecido a un monje).
Desde la misma fuente, un camino viejo baja hasta el pueblo, la vereda de Las Pilas .Si seguimos por este llegamos a la Ermita del Santo Cristo.
Algatocín con calles estrechas y floreadas, posee multitud de bellos rincones; la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, la fuente de San Antonio, casa que datan del S.XVIII, el rio Genal al paso por el termino, y como no, las hermosas tierras de Salitre . Algatocín ha sabido sacar provecho de su ubicación relativamente central en la comarca. Esa es la razón por la que se ha instalado el centro de salud del SAS y se ha construido el Centro Escolar de ESO "Valle delGenal".

Las festividades más importantes del municipio se celebran el 15 de mayo, San Isidro (Salitre), el 24 de junio, San Juán. La fiesta mayor se celebra el 4 de octubre, San Francisco; y el 7 de octubre la Virgen del Rosario, que son los patrones de Algatocín...

Leyenda


Cuenta la leyenda que vivía en el pueblo de Algatocín un alfarero musulmán, el cual un día tras ir a una cantera de arcilla, de la cual se proveía de material para realizar sus vasijas, se encontró, tras remover el terreno, con una calavera con signos claros de pertenecer a una persona que había sido ajusticiada. Él acordándose de los consejos de su padre famoso alfarero de la localidad se llevó a su casa la calavera encontrada. El padre siempre le había dicho que el hueso humano molido y mezclado con arcilla hacía que las vasijas presentaran un brillo en el color muy especial. Él molió aquella calavera hasta obtener un fino polvo que lo mezcló con la arcilla y se dispuso a realizar una vasija un tanto especial. Cuando ésta fue sacada del horno, pudo comprobar que presentaba un colorido y un brillo extraordinario. Aquella pieza especial fue expuesta para la admiración de todos en el pueblo de Ronda, donde después de ser admirada fue adquirida por una cantidad importante. La mujer de Ibrahín conminó a su esposo a que buscase más huesos a fin de poder obtener piezas de esa calidad y de paso enriquecerse con las bellas obras de su esposo. Ibrahín buscó en el mismo lugar que había encontrado al anterior, encontrando tres calaveras más y con cada una de ellas elaboró una pieza diferente, obteniendo el mismo resultado que la primera. Solo una de aquellas vasijas realizadas con todo esmero por el alfarero musulmán, presentaba un aspecto sórdido, feo y desagradable. El alfarero no entendía que había pasado, si él las había trabajado de igual manera. Un viejo del pueblo, al ver a Ibrahím en su tribulación le comentó que aquello había sido obra del destino, que no quería que de una de esas calaveras saliera nada bueno. Le contó que hacía muchos años, cuando él era aún joven, vio como la justicia detenía a cuatro hombres acusándoles de un crimen del que sólo uno era el culpable. Como quiera que nunca se pudo saber quien de los cuatro había sido, el alcaide de la localidad mandó ejecutar a los cuatro, a sabiendas que tres de ellos eran inocentes. Ibrahín comprendió que la vasija deformada pertenecía a la calavera del hombre culpable. Horrorizado, la cogió y dirigiéndose a la sima más alta del pueblo la despeñó, rompiéndose en mil pedazos. Las otras dos vasijas las colocó en el mejor lugar de su casa y las adornó con frescas flores; también pidió a su mujer que nunca vendiera esas vasijas y que cuando él muriese éstas fueran enterradas con él.

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